Cómo diseñamos nuestro método para evitar los riesgos del home office
- Jesús Humberto Carrillo Ortega
- 6 jun
- 3 Min. de lectura
Recientemente, Pepe ha comenzado una nueva etapa en su vida. Cambió de trabajo, se mudó de ciudad, y con eso dejó atrás a sus amigos y todo lo familiar. Un giro completo en muchos aspectos importantes.
Dentro de esa transformación, empezó a trabajar conmigo. Uno más de los grandes cambios en su vida: nuevas estrategias, nuevos retos, nuevas funciones.
En nuestra empresa, contamos con un modelo de trabajo híbrido que permite laborar tanto desde la oficina como desde casa, siempre y cuando cumplamos con los objetivos. La ubicación no importa: lo que importa es el resultado. Sin embargo, recientemente, se nos ha informado que migraremos a un esquema 100% remoto como parte de la nueva estrategia de la compañía.
Ayer, durante nuestra sesión semanal de 1-a-1, tocamos un tema delicado pero muy importante: cómo evitar los problemas que muchas personas enfrentan en el home office. Hablamos de la tristeza que puede surgir al estar aislado, del descuido de hábitos personales, de la pérdida de motivación, e incluso de la dificultad para separar la vida personal del trabajo. Nuestro objetivo es claro: evitar caer en malos hábitos antes de que se instalen.
Un método simple, pero poderoso
En ese diálogo nació una idea que ahora estamos poniendo a prueba. Aprovechando el sistema de objetivos y rendición de cuentas que tenemos en la empresa, decidimos diseñar un método que nos permita detectar señales de alerta y mantener el equilibrio personal-profesional.
El primer paso fue responder a dos preguntas esenciales:
¿Cuáles son tres actividades que te hacen sentir increíblemente feliz?
¿Cuáles son tres aspectos o hábitos que te gustaría mejorar en tu vida personal?
Guarda tus respuestas. Las vas a necesitar.
Tanto Pepe como yo conocemos perfectamente nuestros objetivos laborales y las actividades que debemos cumplir cada semana. Por eso, decidimos usar la palabra Accountability como nuestro mantra, nuestra guía diaria.
Descubrimos que aquellas cosas que amamos hacer no solo nos recargan emocionalmente, sino que también impulsan nuestro desempeño laboral. Y que, si alineamos lo que queremos mejorar en lo personal con esas actividades que nos apasionan, tenemos una mayor probabilidad de éxito. La motivación no viene solo de la disciplina, también viene de la emoción.
Aplicando lo aprendido
Para materializar esta estrategia, hicimos un ejercicio visual muy sencillo pero útil:
Dibuja una línea horizontal y divídela en dos partes. Esta línea representa tu día.
La sección 1 será tu jornada laboral.
La sección 2, tu tiempo personal.
Si trabajas en México y tu horario es de 8 a.m. a 6 p.m., la proporción puede ser 70% trabajo y 30% vida personal.
Encima de la sección laboral, escribe la palabra Accountability o Responsabilidad.
Encima de la sección personal, escribe las palabras NO Negociables.

📌 Aquí es donde tus listas personales entran en juego.
En la sección de NO Negociables, escribe aquellas tres cosas que quieres mejorar en tu vida personal. Dale su espacio, su tiempo y su peso. Y defiéndelo. Si tú no lo proteges, nadie más lo hará.
Puedes dividir tu día en más de dos partes si lo prefieres, pero ten en cuenta que demasiadas interrupciones disminuyen la productividad. Lo importante es que haya claridad sobre qué espacio del día pertenece a cada dimensión de tu vida.
Si tú no lo proteges, nadie lo hará por ti.
Lo que más amamos hacer tiene un impacto directo en cómo nos sentimos. Si dejamos de hacerlo, lo resentimos; si lo practicamos con regularidad, nos da energía. Por eso, nuestra propuesta es sencilla: que lo que quieres mejorar en tu vida personal esté influido por lo que amas hacer. Así se alimentan entre sí.
Y lo más importante: no se trata solo de productividad. Se trata de construir una vida más plena, más sana y más conectada contigo mismo, aun en un entorno remoto.
Ya les contaremos cómo nos va con este método. Por ahora, nos sentimos motivados y, sobre todo, comprometidos con no perder el rumbo.


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